domingo, 10 de junio de 2012

Enviado por “Mirar lo que no se ve”

                                                                                                                 tres máximas que me parecieron un regalo:

a)         Confía en ti mismo, incluso en tus aparentes errores.

b)        Siempre sabes lo que estás haciendo, incluso cuando no   te das cuenta.


c)          Considera tus errores como información que no podrías haber conseguido de otra manera.

         Las tres contienen un inmenso mensaje que debemos de aprovechar.

De todas ellas, la primera es, posiblemente, la más importante. “Confía en ti mismo incluso en los aparentes errores”.

Se trata de un encargo ineludible para estar seguros de generar nuestra propia felicidad. Confiar en uno mismo equivale a estar tranquilo en todo momento sabiendo que lo que estamos haciendo es lo que dicta nuestro corazón. Tener plena seguridad en las decisiones que tomemos y no dudar de nuestra capacidad para avanzar en cualquier situación.

Los errores pueden ser solamente aparentes. Detrás de una equivocación puede haber un camino recto que nos lleve hacia otras sendas certeras que debíamos transitar para vivir las situaciones que aún nos quedaban pendientes.

Lo que hoy parece un error, tal vez mañana sea un premio.

La segunda afirmación: “Siempre sabes lo que estás haciendo, aunque no te des cuenta”, hace alusión a una llamada al inconsciente para valorar su misión. Puede que no nos demos cuenta de que lo que hacemos es lo que debemos hacer.

Puede que este proceso no quede advertido por la razón e incluso que parezca que nuestros actos no tienen sentido en la corta dimensión del contexto que los define. Pero la consciencia que mora por debajo de la lógica tiene un poder mayor aún que ella y desde una visión cósmica atemporal y supra espacial es capaz, seguramente, de hacerlo bien.

Por último, la tercera afirmación: “Considera tus errores como información que no habrías podido conseguir de otra manera”, nos ayuda a valorarlos como una herramienta de aprendizaje ineludible para alcanzar conocimientos sobre nosotros mismos y los demás que no podríamos nunca conocer si no hubiese sido por su presencia.

Los errores, por tanto, son una bendita decisión de nuestra divinidad interior para que podamos encontrarnos con nosotros mismos más allá de lo previsible y mucho más cerca de lo real.